Nuestra vida es nuestra y nadie nos regala nada, somos nosotros los que
la construimos en función de nuestros verdaderos deseos. Sólo hay que
tener mucha fe porque, de otra forma, ocurre justo lo contrario: nuestros
miedos toman la delantera, somos nosotros quienes lo echamos todo a
rodar, y culpamos de ello a los demás.

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