Él con una flor. Una sola, dice, porque al menos es especial, única, no
perdida en un ramo, confundida con otras. Un beso. Uno solo no no. Otro.
Y otro más. Manos que se entrelazan, ojos que se buscan y encuentran
espacios y panoramas nuevos. Esa vez. Momento único. Que desearías
que no acabase. Que fuese el inicio de todo. Descubrirse vulnerables y
frágiles, curiosos y dulces. Una explosión.